jueves, 9 de marzo de 2017

Padre Rutilio Grande, 
El Profeta de la Verdad.
Amigo íntimo de Mons. Óscar Romero, Rutilio era un sacerdote muy respetado por sus propios compañeros, que lo nombraron como coordinador del equipo pastoral.
El Padre Grande asumió la conducción de la Parroquia de Aguilares y se dedicó a trabajar con jóvenes, quienes llevaban el mensaje evangélico a las comunidades de base, conformadas por campesinos que estudiaban la palabra de Dios a la luz de la realidad nacional que vivían.
Un tanto reservado en el trato personal, no obstante su timidez, se transformaba en valentía para denunciar cualquier injusticia que le sucediera al pueblo. Captó y respetó la religiosidad del pueblo, pero rompió con una religión conformista que aceptaba la opresión y las injusticias en nombre de los consuelos de la vida eterna.
Trabajó con Comunidades Eclesiales de Base (CEB’s). Su parroquia fue asediada por el ejército y varios miembros de las CEB’s fueron asesinados.  En sus homilías predicaba: "Queremos ser la voz de los que no tienen voz, para gritar contra tanto atropello contra los derechos humanos. Que se haga justicia, que no queden impunes tantos crímenes manchando a la patria, al ejército. Que se reconozca quiénes son los criminales y que se dé justa indemnización a las familias que quedan desamparadas".
No tenemos más que un Padre, y todos somos hijos... aunque tengamos distintas madres, todos somos hermanos, todos somos iguales. Pero Caín es el engendro en los planes de Dios; y hay grupos de Caínes en este país’.
El 1977 a causa de la expulsión del país del sacerdote colombiano, padre Mario Bernal Londono, Rutilio Grande denunció al gobierno salvadoreño por la expulsión del padre Bernal, en el "sermón de Apopa".
Queridos hermanos y amigos, me doy perfecta cuenta que muy pronto la Biblia y el Evangelio no podrán cruzar las fronteras. Sólo nos llegarán las cubiertas, ya que todas las páginas son subversivas—contra el pecado, se entiende. De manera que si Jesús cruza la frontera cerca de Chalatenango, no lo dejarán entrar. Le acusarían al Hombre-Dios ... de agitador, de forastero judío, que confunde al pueblo con ideas exóticas y foráneas, ideas contra la democracia, esto es, contra las minoría. Ideas contra Dios, porque es un clan de Caínes. Hermanos, no hay duda que lo volverían a crucificar. Y lo han proclamado.
Un mes más tarde, el sábado 12 de marzo, el Padre Grande pasaba en auto por las plantaciones de caña a celebrar Misa en el Paisnal, donde había vivido en su niñez. Los asesinos lo acribillaron con más de 10 balas en el cuerpo; salvo una, todas eran mortales. De acuerdo con una versión, había volcado el automóvil. El anciano y el joven presumiblemente fueron matados para que no hubiese testigos. Se dice que soltaron a dos o tres niños pequeños que iban con ellos. Las autoridades no querían involucrarse ordenando una autopsia, así que los jesuitas contrataron a un médico con experiencia forense. Éste opinó que los disparos se habían originado desde por lo menos cinco lugares distintos y que el arma empleada era una metralleta usada por la policía.
El pueblo católico se estremeció hasta la medula aquel 12 de marzo de 1977, cuando por la noche se conoció que el buen Padre Rutilio Grande había sido asesinado junto a sus  acompañantes, Manuel Solórzano, 72 años, y Nelson Rutilio Lemus, de 16. Este sacrílego hecho sucedió en horas de la tarde cuando el Padre Grande se dirigía  a oficiar una misa a la población de El Paisnal.
El Padre Grande fue víctima de una cruenta emboscada  por hombres al servicio de los nefastos cuerpos de seguridad de aquella época, así lo delataron el calibre de las mortíferas  balas que se alojaron en su cuerpo, fue asesinado por aquellos que imponían el terror con la fuerza de las armas, a pesar de que sobrevivieron unos testigos de aquel sangriento hecho,  no hubo juicio  y castigo para los asesinos, todo quedó como siempre en la mayor impunidad.
“El profeta de la verdad”, de carácter cariñoso, sencillo y sensible ante el sufrimiento del pueblo de cuyas raíces se sentía orgulloso, es recordado cada año su asesinato en El Paisnal en las llamadas “TRES CRUCES”.
Monseñor Oscar Arnulfo Romero, quien el tres de febrero había sido nombrado Arzobispo de San Salvador  y en un acto de desagravio a este lamentable suceso convocó a una misa única para mostrar la unidad del clero. Esta liturgia se realizó el 20 de marzo de 1977 en la Plaza Barrios de San Salvador.

Monseñor Oscar Arnulfo Romero, tomó una postura de mayor  crítica al orden establecido y la fuerte represión que imponían los cuerpos de seguridad, el ejército, los para militares de ORDEN  y los tenebrosos escuadrones de la muerte, por lo que años más tarde fue igualmente asesinado, un 24 de marzo de 1980.

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