domingo, 29 de marzo de 2015

SAN ROMERO, XXXV ANIVERSARIO



martes, 24 de marzo de 2015

SAN ROMERO, XXXV ANIVERSARIO


SAN ROMERO DE AMÉRICA, PROFETA Y MÁRTIR
XXXV ANIVERSARIO, 24 de marzo de 2015
Por: Pbro. Dr. Juan Vicente Chopin
Sacerdote diocesano, salvadoreño,
Director de la Escuela de Teología y del Doctorado en Teología
de la Universidad Don Bosco
Vicario Parroquial de la Parroquia El Calvario de San Vicente, El Salvador, C.A.


1.      La reivindicación de la víctima

Tenían razón los pobres. Mons. Romero es santo. Siempre la tuvieron, por ello jamás se apartaron de esta cripta, lugar donde reposa su sagrado cuerpo. A la manera como lo entendieron los discípulos de Policarpo de Esmirna, según se lee en el relato de su martirio: «De esta forma pudimos coger después sus huesos[…] y los depositamos en un lugar conveniente. Siempre que nos sea posible reunirnos allí con júbilo y alegría, el Señor nos concederá celebrar el día natalicio de su martirio para el recuerdo de los que ya han culminado su combate y para el ejercicio y preparación de los futuros». Ya sabemos que el día del natalicio de un mártir no es el de su nacimiento biológico, sino el día de su nacimiento a la resurrección, el día de su martirio.
En esta línea, estimo que no sería mala idea sugerirle a Mons. Vincenzo Paglia, que nos visite con más frecuencia, así posibilita que los prelados de la alta jerarquía salvadoreña visiten con más frecuencia la tumba de los mártires. Digo esto porque el martirio es un elemento constitutivo y fundante de la Iglesia, en el sentido en que lo entiende el libro del Apocalipsis 1,5 que llama a Jesús: el Testigo fiel, el primogénito de entre los muertos. Que yo sepa ningún miembro de la jerarquía católica estamos en condiciones de desautorizar los textos bíblicos. Se es cristiano y, por consiguiente, se acepta que Jesucristo es el primer mártir, el que posibilita la existencia de la Iglesia.
Hay que decir que el aparato mediático de la derecha recalcitrante ha intentado desvirtuar hasta el empacho la memoria del mártir de América, pero la víctima resurge dignificada y se restituye esperanza a la serie de víctimas que en Mons. Romero aparecen simbolizadas.
En este sentido, la contraria también es verdadera. Es decir, la oligarquía primitiva de este país no tenía la razón. Nunca la tuvo. Y no la tiene.
Estaban equivocados los plumíferos mercenarios que Roque Dalton menciona en su poema La Jauría, iniciando por Fray Ricardo Fuentes Castellanos, traidor de su propia Iglesia, pasando por Sidney Mazzini, editorialistas de El Diario de Hoy, hasta llegar a los de nuestros días; periodistas del alpiste, mejor dicho pseudo-periodistas; esos que el poeta —mártir de la cultura— presenta en el poema citado como…
los necesarios corifeos de fondo
los de segunda fila
los que necesitan aullar más
los chacales furiosos
acechando salivosamente todo progreso.

Tampoco tenían la razón los oscuros cardenales, obispos y sacerdotes amigos del imperio. Los mismos a los que se refiere Don Pedro Casaldáliga en su inmortal poema:
Pobre pastor glorioso, asesinado a sueldo, a dólar, a divisa.
Como Jesús, por orden del Imperio.
¡Pobre pastor glorioso,
abandonado
por tus propios hermanos de báculo y de Mesa...!
(Las curias no podían entenderte:
ninguna sinagoga bien montada puede entender a Cristo).

Pero se abre paso la verdad y va tomando cuerpo aquello que el filósofo Max Horkheimer decía con nostalgia filosófica, es decir, que el asesino no pueda triunfar sobre la víctima inocente.
Pero no es necesario que uno sea filósofo de escuela para entender estas cosas. En ese sentido, como suele suceder, el pueblo se nos adelanta. El canto popular, denominado La cumbia de Mons. Romero lo repite claramente en su letra: 
El diablo se equivoco, como siempre se equivoca (bis).
Al querer callar la boca del hombre que se dio entero,
porque vive con nosotros Oscar Arnulfo Romero.


2.      Mons. Romero, expresión del martirio contemporáneo

En la historia de nuestro país, Mons. Romero es el primer santo, oficialmente reconocido por la Iglesia Católica. Esto nos llena de alegría, sobre todo a los que siempre hemos manifestado públicamente devoción por Mons. Romero.
Este mártir, al que el sentir popular desde los primeros días de su asesinato denomina «San Romero de América», tiene características peculiares: es un obispo; da su vida defendiendo a los pobres y exigiendo el respeto por los derechos humanos; sus asesinos se declaran también “cristianos”; sus mismos hermanos obispos lo acusan de soliviantar al pueblo y hay sacerdotes y laicos católicos que desconfían de su santidad.
Todos esos rasgos hacen de Mons. Romero un santo contemporáneo, cuyas características van más allá de la visión clásica de la santidad. Se trata de un santo para nuestros días, cuya santidad no será comprendida por los sectores conservadores, que viven con nostalgia su pasado opresor y sin la esperanza de poder construir una sociedad reconciliada.

La Iglesia, representada en la persona del Papa Francisco, el 3 de febrero de 2015, lo declaró mártir in odium fidei (en odio a la fe). La firma del decreto que lo define como tal da paso inevitablemente a la ceremonia de beatificación el próximo 23 de mayo, para presentarlo como modelo de santidad, inspirador de la resistencia popular, defensor de los humildes y ejemplo de lucha contra los poderes establecidos.

3.      Martirio in odium fidei

En el martirio confluyen dialécticamente los motivos del mártir con los motivos del verdugo. Esto mismo, Ignacio Ellacuría lo resume bien en una magistral pregunta: «por qué muere Jesús y por qué lo matan». Por qué muere un mártir se refiere a sus propias motivaciones y por qué lo matan se refiere a las motivaciones del verdugo.

El primer trabajo en donde se sistematiza esto es un tratado de tipo canónico escrito por el Papa Benedicto XIV, titulado De Servorum Dei Beatificatione Et Beatorum Canonizatione escrito entre 1734 y 1738, en el cual define al martirio como «muerte voluntaria sufrida ya sea por causa de la fe en Cristo, o bien por otro acto virtuoso referido a Dios».

Por su parte, Mons. Romero sostenía que no era digno de recibir la corona del martirio, pero como advertía aquello que los especialistas denominanprolixitas mortis, es decir, la cercanía de la muerte, manifestaba apertura a la voluntad de Dios y decía:
“El martirio es una gracia de Dios que no creo merecer. Pero si Dios acepta el sacrificio de mi vida, que mi sangre sea la semilla de libertad y la señal de que la esperanza será pronto una realidad. Mi muerte, si es aceptada por Dios, sea por la liberación de nuestro pueblo y como un testimonio de esperanza en el futuro. Puede usted decir, si llegasen a matarme, que perdono y bendigo a quienes lo hagan. Ojalá, sí, se convenzan que perderán su tiempo. Un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es su pueblo, no perecerá jamás”

Las tres cuestiones que hay que responder en lo que respecta el odio a la fe son tres: primera, ¿quién es el que odia?; segunda, ¿qué es lo que odia?, tercera, ¿por qué lo odia?
Quien odia no es solamente una persona, para el caso Roberto D’Aubuisson, sino una élite de familias que han divinizado el mercado, una oligarquía miope, que a partir de un capitalismo salvaje, ha confundido el territorio salvadoreño con una finca de café y a sus habitantes con colonos que tienen que servirlos por siempre.
Lo que se odia entonces es la praxis pastoral y caritativa de Mons. Romero, que a partir de su fe ha optado por los marginados y se ha situado de mampara entre la voracidad del capitalismo y las clases campesinas y trabajadoras.
Se le odia porque Mons. Romero no es como sus otros compañeros de báculo que ceden ante las dádivas del sistema económico imperante, sino que opta y toma postura de lado de los marginados. Y él lo dice claramente:
Es, pues, un hecho claro que nuestra Iglesia ha sido perseguida en los tres últimos años. Pero lo más importante es observar por qué ha sido perseguida. No se ha perseguido cualquier sacerdote ni atacado a cualquier institución. Se ha perseguido y atacado aquella parte de la Iglesia que se ha puesto del lado del pueblo pobre y ha salido en su defensa.
El odio a la fe en el martirio de Mons. Romero presenta la dificultad de que quienes orquestan sus asesinado están convencidos de que es él el que está desviando la fe cristiana y que son ellos quienes detentan la auténtica expresión del cristianismo. Es necesaria, pues una ampliación del concepto canónico de martirio, para ilustrar aquellos casos en que el odio a la fe no es suficientemente claro.
Con la beatificación de Mons. Romero se confirma aquello que dice en su carta apostólica Tertio Millennio Adveniente, Juan Pablo II, es decir, que «al término del segundo milenio, la Iglesia ha vuelto de nuevo a ser Iglesia de mártires».

4.      El martirio de Mons. Romero nos interpela

Para no perder la inspiración y el ejemplo que procede de San Romero de América, nos pronunciamos sobre aspectos muy concretos que reclaman nuestra atención.
Quiero retomar el pronunciamiento que distintos sectores de la sociedad salvadoreña ponen de manifiesto ante la inminente beatificación de Mons. Romero.
La alegría que causa la beatificación de Mons. Romero no debe alejarnos de las causas que llevaron a su asesinato. La lucha continúa de cara a la justicia, la verdad y la reparación por su asesinato y por todas las graves violaciones a los derechos humanos ocurridas antes, durante y después del conflicto armado que él quiso ardientemente evitar, y no fue escuchado. Es materia pendiente erradicar la impunidad y la violencia que campean seguras en nuestra patria, y establecer, en cambio, la justicia, la fraternidad y la solidaridad. De su sangre derramada, podemos decir, con mayor razón, lo mismo que él predicó el 27 de enero de 1980 sobre la de nuestro pueblo:



“Estoy seguro que tanta sangre derramada y tanto dolor causado a los familiares de tantas víctimas no será en vano. Es sangre y dolor que regará y fecundará nuevas y cada vez más numerosas semillas de salvadoreños que tomarán consciencia de la responsabilidad que tienen de construir una sociedad más justa y humana, y que fructificará en la realización
reformas estructurales audaces, urgentes y radicales que necesita nuestra patria.”

En concreto nos pronunciamos acerca de los siguientes puntos:
1)      Invitamos a los obispos, sacerdotes y laicos que difamaron públicamente a Mons. Romero, llamándolo guerrillero o con otros epítetos parecidos a que le pidan perdón y pidan perdón también al pueblo salvadoreño.
2)      Que se retiren los símbolos cristianos de las banderas de los partidos políticos, en particular del partido ARENA, pues es contradictorio llamarse cristiano y consentir el asesinato de personas inocentes, en este caso de un arzobispo.
3)      Que los diputados del partido ARENA, por el bien del pueblo salvadoreño, den los votos para la aprobación de la Ley General del Agua. Y les recordamos que tal recurso no es una mercancía, sino un derecho a quienes todos los seres humanos deben tener acceso.
4)      Al gobierno de los Estados Unidos y a sus representantes en el país, a que se respete la autodeterminación de los pueblos, en concreto de Venezuela. Que se derogue el decreto que con claros visos de exageración describe a Venezuela como una amenaza a la seguridad de ese país. Por cierto, los amenazados somos los países latinoamericanas no ellos.
5)      A la fiscalía y al Gobierno de El Salvador, que investigue, juzgue y sancione a los autores intelectuales y materiales del asesinato de Monseñor Romero y que en consecuencia se repare a las víctimas por las violaciones cometidas porque agentes del Estado salvadoreño planificaron y ejecutaron este crimen de lesa humanidad;
6)      Adecuar las leyes del país a la Convención Americana de Derechos Humanos y dejar sin efecto la Ley de amnistía aprobada con el Decreto Legislativo no 486, publicado en el Diario Oficial el 22 de marzo de 1993.

5.      Mons. Romero como faro de luz

La beatificación de Mons. Romero no es punto de llegada, es punto de partida. Es momento esplendoroso para continuar la lucha. Es puerta abierta para  hacer pasar a las víctimas de la muerte a la resurrección.
Si la primera Iglesia nace de la sangre de Jesucristo y de los primeros mártires, en los orígenes del movimiento cristiano, entonces la Iglesia salvadoreña renace a partir de la sangre de sus mártires. Orientémonos, pues hacia la refundación de la Iglesia salvadoreña.
La luz de este faro ilumina las tinieblas de un sacerdocio que no huele a oveja sino a lobo, porque un sacerdote que abusa de los menores de edad, no está con los indefensos, sino en contra de ellos. No es su amigo, sino su enemigo. El mismo Papa Francisco ha declarado el 7 de julio del 2014 que no hay lugar en el ministerio de la Iglesia para aquellos que cometen estos abusos. Y ha dicho a los obispos que deben ejercer su servicio de pastores con sumo cuidado para salvaguardar la protección de menores y que rendirán cuentas de esta responsabilidad.
Mons. Romero arroja luz sobre las tinieblas del marketing de la religión, cuyos pastores exigen que las mujeres vayan recatadamente vestidas al culto, pero no tienen ningún problema en violarlas y en agredirlas físicamente.

6.      Tareas

Es nuestra competencia luchar para que la santidad de Mons. Romero no degenere en devoción barata, sino que mantenga su carácter profético.
En este sentido quiero que rindamos homenaje a las mujeres de la Comunidad Monseñor Romero de la Cripta de Catedral, que en los últimos años han recuperado este lugar y han luchado contra diversas adversidades para mantener la memoria del Mártir San Romero.
Ellas manifiestan que el día de la Beatificación de Monseñor Romero, 23 de mayo; esta Comunidad estará cumpliendo 16 años de mantener viva su obra. Afirman que «no ha sido fácil, a veces hemos peleado, otras agachado la cabeza; es porque somos testarudas, aguantadoras y resistentes. Y aquí estamos dispuestas a seguir hasta que se nos acaben las fuerzas, porque creemos que nos asiste la razón y la verdad y porque Monseñor Romero se lo merece, él es quien nos anima a seguir». 
Integrantes esta Comunidad:
María Teresa Alfaro Fernández; Marta Segovia; Engracia Chavarría; Ruth Elizabeth Rivas; Magaly Urrutia Argot; Ana Ruth Granados; Miriam de Cañénguez; Zenaida López; Vanessa Ivonne Rivas; Alicia López; Reina Atenas de Rivas.
Agradecemos también a los periodistas que siempre difunden la memoria de Mons. Romero: blog y periódicos digitales alternativos, al diario CoLatino y a la Radio Maya Visión. Les pedimos que sigan apoyando a la comunidad de la Cripta y el proceso de canonización de Mons. Romero. A propósito, Mons. Romero sería un magnífico patrono de los periodistas salvadoreños.

Monseñor ha resucitado y seguirá resucitando en el pueblo. Mantengamos encendido el fuego de la resurrección. ¡Viva Mons. Romero!

Programas de Radio

domingo, 22 de marzo de 2015

Programas de Radio

Declaración de Santidad y Beatitud de Monseñor Oscar Arnulfo Romero.

Las grandes alegrías, los grandes triunfos.  Las grandiosidades de la vida, tienen que ser compartidas.  Los humanos somos tan limitados que no soportamos las inmensidades del gozo o del éxito.  Debemos compartir para y por ser humanos.

Desde el Equipo de Servicio a Comunidades de Base (SERCOBA) hacemos llegar a todos Ustedes Amigos, Conocidos, Compañeros, Hermanos por ideas y por humanidad, el pletórico sentimiento que como hijos del pueblo Salvadoreño sentimos: por la declaración de Santidad y Beatitud de Monseñor Oscar Arnulfo Romero.

Para los que en este pequeño país densamente poblado, tanto por habitantes, como por masacres y conflictos sociales, hemos sentido la bendición del Dios Padre Creador en toda su dimensión, porque en ese reconocimiento (que ha superado décadas de obstáculos de esa clase de martirio y santidad) se lava la sangre de tantos mártires y se lava la verdad de tanto mentís y manipulación: no solo de elementos externos a nuestra Iglesia sino de hermanos bautizados y con responsabilidades jerárquicas, que aman mucho más sus privilegios que la luz placida y feliz de la verdad  encarnada en la palabra Evangélica.

Queremos testimoniar que los más pobres, los más sufridos, los ocultados de nuestra sociedad se han visto reivindicados en sus Esperanzas, han vuelto a la vida, su fe, bloqueada por la tramitología de los procedimientos, ante una realidad que como dijo el Maestro: lo entenderán los pobres y humildes y será difícil para los sabios de esta tierra. 

Desde antes de su martirio, en el momento del martirio y desde entonces, el pueblo santificó al Profeta de sus verdades, fue y es El San Romero de América.

Sentimos en ese reconocimiento de Mártir – Beato – Santo el reconocimiento para todos los martirizados – inocentes y santos de todos los pueblos oprimidos, por los representantes terrenales del dios del poder y del dinero.

Nos alegra que nuestra Iglesia (y su jerarquía)  se reivindique, ante tantos pueblos de tantos países, cristianos o no que ya lo habían santificado y porque tantas jerarquías de otras iglesias: cristianas y de otras advocaciones de modo adelantado le  rendían admiración, culto y veneración.

Nos alegra saber que como Mártir y Santo de nuestros tiempos San Oscar Arnulfo hace aumentar la fe, hace avanzar la esperanza de los destinatarios del evangelio y hace avanzar lo que están importante para Roma, el vaticano y las instituciones católicas, la comprensión teológica del amar al prójimo como a ti mismo!!!!!  


Padre José Rutilio Sánchez
SERCOBA

domingo, 15 de marzo de 2015

Marzo mes de martirial.


Invitamos al  Aniversario de la Resurrección del Padre Rutilio Grande y sus acompañantes.  Él es el símbolo de la lucha campesina.

Jueves 12 de marzo de 2015
La programación es la siguiente:
  

  •   7:30 a.m.    Parque de Aguilares, desde donde partirá procesión para el Paísnal.
  • 08:30 a.m.    Acto ecuménico, en el lugar donde fue acribillado con sus acompañantes, se le conoce como “Las Tres Cruces”
  •   10:00 a.m.  Misa en Plaza Rutilio Grande, El Paisnal







"Pueblo que olvida su historia está

condenado a repetirla"

Biografía del Padre Rutilio Grande

​Grande nació en El Paisnal, El Salvador, donde en su juventud fue llevado al seminario por el Arzobispo Luis Chávez y González. Estudió en el seminario de San José de la Montaña, en donde comenzó en 1967 su amistad con Romero, otro estudiante del seminario. Mantuvieron esta amistad a través de los años, y en junio de 1970 Grande sirvió como maestro de ceremonias en la instalación de Romero como obispo auxiliar de San Salvador.  También pasó un tiempo de estudios en Bilbao, donde se alojó en casa de la familia Gerrikagoitia. Ellos le recuerdan todavía con cariño, y como "un hombre discreto, que hablaba muy bajito, y guapísimo·”

Fue profesor y prefecto de estudios en el seminario San José de la Montaña.  Fue maestro de varios sacerdotes asesinados.  Su amor a trabajar pastoralmente con campesinos lo llevo a pedir ser párroco de la zona de Aguilares.

El 24 de septiembre de 1972, llegó a Aguilares, la misma parroquia en que él había nacido. Allí fue uno de los jesuitas responsables de establecer las Comunidades Eclesiales de Base (CEB) y de entrenar a los líderes, llamados Delegados de la Palabra.  Este movimiento de organización campesina encontró oposición entre los terratenientes, que lo veían como una amenaza a su poder, y también entre sacerdotes conservadores quienes temían que la iglesia católica llegara a ser controlada por fuerzas políticas izquierdistas.

Grande también desafío al gobierno por su respuesta a acciones que le parecieron destinadas para perseguir a los sacerdotes salvadoreños hasta silenciarlos. El sacerdote colombiano Mario Bernal Londoño, que servía en El Salvador, había sido secuestrado el 28 de enero de 1977 frente al templo Apopa cerca de San Salvador — supuestamente por guerrillas — junto con un miembro de la parroquia, quien salió salvo. Posteriormente el padre Bernal fue expulsado del país por el gobierno. El 13 de febrero de 1977, Grande predicó un sermón que llegó a ser llamado su "sermón de Apopa", denunciando la expulsión del padre Bernal por el gobierno (denuncia que la OEA indicó puede haber provocado el asesinato del padre Grande):

Queridos hermanos y amigos, me doy perfecta cuenta que muy pronto la Biblia y el Evangelio no podrán cruzar las fronteras. Sólo nos llegarán las cubiertas, ya que todas las páginas son subversivas—contra el pecado, se entiende. De manera que si Jesús cruza la frontera cerca de Chalatenango, no lo dejarán entrar. Le acusarían al Hombre - Dios... de agitador, de forastero judío, que confunde al pueblo con ideas exóticas y foráneas, ideas contra la democracia, esto es, contra las minorías. Ideas contra Dios, porque es un clan de Caínes. Hermanos, no hay duda que lo volverían a crucificar. Y lo han proclamado.

El 12 de marzo, 1977, el padre Grande — acompañado por Manuel Solorzano, de 72 años, y Nelson Rutilio Lemus, de 16 — manejaba por unos campos de caña de azúcar cerca del pueblo de El Paisnal en la parroquia de Aguilares para la misa vespertina, cuándo los tres quedaron emboscados y murieron ametrallados.

Al saber de los asesinatos, Monseñor Romero fue al templo donde reposaban los tres cuerpos y celebró la misa. Después, Romero pasó varias horas escuchando a los campesinos locales, conociendo sus historias personales de sufrimiento, y horas también en oración. En la mañana del día siguiente, después de reunirse con los sacerdotes y consejeros, monseñor anunció que no asistiría ya a ninguna ocasión gubernamental ni a ninguna junta con el presidente — siendo ambas actividades tradicionales del puesto — hasta que la muerte se investigara. (Ya que nunca se condujo ninguna investigación nacional, resultó que Romero no asistió a ninguna ceremonia de estado, en absoluto, durante sus tres años como arzobispo).
El domingo siguiente, para protestar por los asesinatos de Grande y sus compañeros, el recién instalado Monseñor Romero canceló las misas en toda la arquidiócesis, para sustituirlas por una sola misa en la catedral de San Salvador. Oficiales de la iglesia criticaron la decisión, pero más de 150 sacerdotes concelebraron la misa y más de 100.000 personas acudieron a la catedral para escuchar el discurso de Romero, quien pidió el fin de la violencia.

La Comunidad Rutilio Grande se fundó el 15 de marzo, 1991, por un grupo de ex-refugiados salvadoreños recién regresados de 11 años de exilio en Nicaragua. Entre los proyectos diversos del grupo es "Radio Rutilio," una radioemisora que destaca jóvenes locales como presentadores de noticias y anuncios comunitarios.

La vida y muerte del Padre Rutilio Grande es un ejemplo a seguir.  La figura del Padre Rutilio Grande es el símbolo de las luchas campesinas y la de los pobres de este país.  El estudiar su biografía (historia de su vida), es para conocer la historia y obra de los que dan su vida por el pueblo. 

lunes, 2 de marzo de 2015

Fiestas de los Niños

Todos los años en diciembre como SERCOBA hacemos las fiestas de los niños en las más de 60 comunidades que acompañamos, este año 2014 los agasajados fueron más de 10,000 niños.  

Este es un día especial para los niños/as, en el cual se les brinda toda la atención, para que puedan gozar, teniendo un día de esparcimiento, porque “Solo una vez en la vida se es niño”


Es cierto que los niños deberían tener un cuido y una atención todos los días, pero dado el machismo y la situación económica que el país tiene, fruto de los Gobiernos anteriores de derecha que privilegiaron sus intereses y no los de la mayoría; algunos padres deben migrar, por falta de un trabajo digno, otros trabajan en  agricultura de subsistencia.

Este  día la comunidad está comprometida en brindar todo lo necesario para que la fiesta sea un éxito.




Como siempre SERCOBA da materiales para elaborar las piñatas; además dulces, galletas y vejigas.





A continuación, algunas fotos de la celebración en comunidades de Chalatenango, Cabañas, Sonsonate, de la Costa y otras; sobre juegos, personas de las comunidades repartiendo el refrigerio, las galletas y los dulces.



Comunidad Pepeistenango solidarizando con los niños/as de Palestina