jueves, 4 de mayo de 2017

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Boletín de Comunicación con las Comunidades

El mes de marzo para los salvadoreños es un mes de muchos acontecimientos martiriales… no es que en otros meses no haya, pero en marzo son muchos…
Hay que decir que el martirio es una constante en la historia del cristianismo.
Mártir es el que testimonia con su vida y con su sangre, su fe en Jesucristo defiende los valores del Reino.  Mártir no es solo el que derrama su sangre, sino también aquel que vive dando testimonio de Cristo en una realidad que niega su Evangelio, es el que vive en una actitud permanente de fidelidad y disponibilidad al plan de Dios.
La Iglesia nació y creció en medio de la persecución y la sangre.  Jesús fue perseguido desde el momento en que su mensaje y su práctica comienza a resultar incomodos para el sistema político – religioso de su tiempo.
Fue un hombre conflictivo en aquella sociedad porque anunció una buena noticia de liberación a los pobres, denunció y desenmascaró la injusticia e hipocresía en los dirigentes de nación.  Esto le trajo incomprensiones, difamaciones, amenazas de muerte.  Dios no quiere tanto la muere de su Hijo, cuanto la fidelidad.
El martirio de Jesús es la consecuencia histórica de un rechazo de su mensaje y de su persona por aquellos que no quisieron aceptar el Reino De dios.
La historia de la pasión y muerte de Jesús y de los mártires es una historia de amor “No hay amor que el que dá la vida por sus amigos (Jn. 15, 12-13).  Pero resucitó… y esto dá sentido al sufrimiento y a la muerte del crucificado y de todos los crucificados de la historia.
Esto se repite con el Santo Romero de América, con razón Padre Ellacuria dijo: “Con Mons. Romero Dios pasó por El Salvador.
En las palabras de un campesino: Mons. Romero dijo la verdad, nos defendió a nosotros los pobres y por eso lo mataron.  Dijo la verdad… porque sufrió y vivió con la realidad humana en todos los sentidos económico, social y religioso, que diariamente     vivía su grey… dijo la verdad públicamente, con vigor porque nada hay tan importante como la vida humana sobre todo la persona de los pobres y oprimidos (16/03/1980) y se dejó evangelizar de su pueblo.  Consoló y dio esperanza.
Padre Jon Sobrino dice “A Mons. Romero la autoridad no le venía de añadidos… títulos, autoridad, jerarquía… sino de cosas reales: su autenticidad y convicción, expresados en su honradez con lo real y en su coherencia entre decir y hacer.
Mons. crecía y se desbordaba en su hacer justicia y en su amor al pueblo y creció cada vez más en correr riesgos por defender al pueblo, muy consciente de lo que le podía ocurrir, y que ocurrió.
Como Jesús Mons. Romero desenmascaro lo que se encubre: la riqueza, la propiedad privada como un absoluto intocable… contra la muerte injusta y cruel… clamó contra los medios de comunicación y discursos oficiales “El periodista o dice la verdad o no es periodista verdadero”.
Mons. Romero como Jesús pasó haciendo el bien, pero como Jesús vivió tres años de muerte anunciada. Resucita  y está presente en su pueblo y en los pueblo del mundo.
Hay que decir que Mons. Romero fue asesinado por católicos y que para el pueblo sencillo empobrecido, humillado por los poderes desde su asesinato lo llamamos Santo.
En el siglo XX el martirio se vivió en comunidades cristianas y también hay que recordar que el martirio ha sido una realidad compartida por diversas confesiones cristianas por tanto hay valor ecuménico del martirio.
¿Nosotros, cuándo decimos “viva Romero” estamos dispuestos a seguir al Santo Romero que significa seguir a Jesús… es decir la verdad, luchar por la justicia que la misma fe exige?

El Salvador necesita de cristianos que a la luz de su fe se organicen y se comprometan en la construcción de un país donde haya un buen vivir para todos, donde se respete la naturaleza, y donde quienes tienen más paguen más.            

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