domingo, 26 de mayo de 2013
sábado, 18 de mayo de 2013
PRIMERO DE MAYO, DIA DEL “TRABAJADOR”
PRIMERO DE MAYO, DIA DEL “TRABAJADOR” Y NO DEL
TRABAJO COMO DICE LA CLASE OPRESORA:
Sin interés de entrar más que en una aclaración necesaria y urgente, queremos hacer esta diferencia en honor a todas las personas que se han sacrificado para que podamos tener algunos derechos como trabajadores.
Las 8 horas laborales, las horas extras, los días de descanso, el aguinaldo, el tiempo, el seguro social y otros derechos de los cuales ahora se tienen acceso, TODOS HAN COSTADO SANGRE DE TRABAJADORES. Nunca los patrones regalaron nada, todo fue peleado por el oprimido que busca la reivindicación de sus DERECHOS.
POR ELLO EL PUEBLO CONCIENTE ESTE DIA SALE A DEFENDER LOS POCOS DERECHOS QUE TIENE Y QUE HA GANADO CON EL TIEMPO Y ADEMAS EXIGE LOS DERECHOS QUE LE HAN SIDO NEGADOS Y VIOLENTADOS.
Por ello amigos, compañeros y personas conocidas, honrando a nuestra CLASE TRABAJADORA a la que pertenecemos, ayudemos a que la cultura de la defensa de nuestros derechos sociales, económico, políticos y ciudadanos, sea una práctica diaria y así contribuiremos a que nuestras próximas generaciones, no se vean obligadas a marcharse de esta, que es su tierra querida.
Sin interés de entrar más que en una aclaración necesaria y urgente, queremos hacer esta diferencia en honor a todas las personas que se han sacrificado para que podamos tener algunos derechos como trabajadores.
Las 8 horas laborales, las horas extras, los días de descanso, el aguinaldo, el tiempo, el seguro social y otros derechos de los cuales ahora se tienen acceso, TODOS HAN COSTADO SANGRE DE TRABAJADORES. Nunca los patrones regalaron nada, todo fue peleado por el oprimido que busca la reivindicación de sus DERECHOS.
POR ELLO EL PUEBLO CONCIENTE ESTE DIA SALE A DEFENDER LOS POCOS DERECHOS QUE TIENE Y QUE HA GANADO CON EL TIEMPO Y ADEMAS EXIGE LOS DERECHOS QUE LE HAN SIDO NEGADOS Y VIOLENTADOS.
Por ello amigos, compañeros y personas conocidas, honrando a nuestra CLASE TRABAJADORA a la que pertenecemos, ayudemos a que la cultura de la defensa de nuestros derechos sociales, económico, políticos y ciudadanos, sea una práctica diaria y así contribuiremos a que nuestras próximas generaciones, no se vean obligadas a marcharse de esta, que es su tierra querida.
Por ello este día del
TRABAJADOR, el Movimiento Nacional Contra los Proyectos de Muerte en El Salvador
se unió a la gran marcha popular en defensa de los derechos de los trabajadores. Como movimiento colocamos pancartas alusivas
a los derechos de los trabajadores y además, condenamos la imposición de LOS PROYECTOS DE MUERTE: REPRESAS,
MINERIA, ANTENAS DE TELEFONIA MOVIL, TRANSGENICOS, ETC. Condenamos también la imposición de más leyes
en contra de nuestro pueblo, como lo es el ASOCIO
PUBLICO PRIVADO, nueva estrategia del Imperio estadounidense para robarnos
nuestros recursos naturales.
Por ello sentamos
posición en contra de esta nueva modalidad de saqueo, con que el imperio quiere
someternos.
Hicimos un llamado al
pueblo a unirse y oponerse a esta nueva maniobra, que solo traerá más pobreza y
calamidad a nuestro empobrecido pueblo.
“SOMOS LA CLASE TRABAJADORA Y NUESTRA LUCHA CONTRA EL SISTEMA CAPITALISTA ES HASTA LOGRAR NUESTRA DIGNIDAD”
SOLO HAY UN CAMINO “VIVIR O MORIR” Y EL PUEBLO HA DECIDIDO VIVIR.
Reflexionando sobre la Encíclica Paz en la Tierra del Beato Juan XXIII
Pacem
in Terris- Paz en la Tierra
Encíclica de la dignidad humana
Un 11 de abril de 1963 , hace 50 años
el Beato Juan XXIII, el Papa Bueno como se le llamaba, hizo un llamado a las
conciencias dado por la encíclica
“Pacem in Terris” (Paz en la Tierra), la última de los ochos escritos
por el en sus cinco años de ministerio petrino.
La encíclica resulta más brillante, si
tenemos en cuenta que fue escrita en plena guerra armamentista de los dos grandes bloques de
aquel entonces: ESTADOS UNIDOS (presidente John Fitzgerald Kennedy) y UNION
SOVIETICA (presidente Nikita Krushev).
Juan XXIII, como cabeza de la Iglesia,
firmó una carta en la que hacía un llamamiento a la paz haciendo ver la común
pertenencia de todos los hombres y mujeres, de buena voluntad, fueran creyentes
o no a vivir con seguridad, justicia y esperanza ante el futuro.
El reconocimiento de la dignidad
humana lleva a la necesidad de resolver los conflictos de nuestro planeta no
con enfrentamientos bélicos, sino sobre la base de la justicia social, el
respeto de los derechos humanos y de los deberes que de ellos se derivan.
Pedía el Papa Juan XXIII la paz entre
todos los pueblos, fundada en la verdad, la justicia, el amor y la libertad.
La encíclica, dirigida por el Papa a
todos los hombres y mujeres de buena voluntad, hacia suyo el lenguaje de los
derechos humanos, aunándolo con el mensaje evangélico de filiación divina y
hermandad e igualdad universal de la humanidad. Subrayaba
que la paz se logra con justicia, amor, libertad y solidaridad; se
frustra con los rearmes y la difusión engañadora de odios y divisiones. Se
adelantaba así unas décadas a urgir la
necesidad de conjugar el respeto a las personas y la exigencia del bien común,
en una era de la globalización social.
Esta encíclica hace una reflexión
cristiana sobre la declaración universal de los DD.HH. (ONU10/12/1948). Declaración
que en su día la Iglesia no quiso firmar por no hacer mención de Dios. Es significativo entendiendo esto, la mención
explícita de Juan XXIII a los DD.HH. en la “Pacem in Terris”
Desde una teología de “los signos de
los tiempos”, la “Pacem in Terris” llama a la construcción de la paz mediante
un orden social y económico más justo.
Juan XXIII caracterizaba tres rasgos:
en primer lugar se pone un cambio de la
percepción del ser humano.
Los trabajadores de todo el mundo,
afirmaba el Papa reclama con energía no ser reducido a una mera mercancía de
trabajo como en la sociedad capitalista.
Esta visión no puede ser aprobada
desde una perspectiva mínimamente cristiana, hay que corregirla y considerarlos
como seres humanos en todos los ámbitos de la sociedad. La reducción del ser humano a un mero objeto
de mercado es criticada por Juan XXIII.
Hoy sus palabras siguen teniendo bastante sentido dentro del contexto de
esa globalización del capital.
Otro rasgo: presencia de la mujer en la vida pública. Señala la encíclica: La mujer “ha adquirido
una conciencia cada día más clara de su propia dignidad humana. Por ello exige que, tanto en el ámbito de la
vida doméstica como en la vida pública se le reconozcan los derechos y
obligaciones propios de la persona humana”.
Es la persona frente al derecho, que
encuentra en la Biblia un lugar enorme.
También la encíclica llama a la construcción de la paz mediante un orden
internacional que responda a estos principios de dignidad.
Igual el Papa Juan XXIII, clama contra
la explotación del hombre por el hombre, también clama contra la explotación de
unos pueblos por parte de otros, clama contra el racismo y al desarme nuclear. No hay ninguna nación que quiere vivir
sometida a otra de la misma manera que no hay ninguna clase social que quiera
vivir sometida a otra.
En lo que respecta a los conflictos
entre naciones “Las relaciones internacionales, como las individuales, dice
Juan XXIII han de regirse no por la fuerza de las armas, sino por las normas de
la verdad, de la justicia y de una activa solidaridad… “resultan anacronísticas las teorías por las
cuales ciertas clases recibían un trato
de inferioridad mientras otras exigían posiciones privilegiadas a causa de la
situación económica y social o de la categoría política”.
Para Juan XXIII estos signos eran una
exigencia, sobre la base de la fe, de acción pastoral de compromiso y de
servicio a los demás.
Su mensaje es claro, contundente y
moderno. La dignidad del ser humano debe
ser el centro de todo derecho, de toda política y de toda realidad social y
económica: más concretamente la convivencia humana en paz implica el respeto y
ejercicio de los derechos naturales de las personas.
También el Papa Juan XXIII llama a la
construcción de la paz mediante un orden internacional que responda a estos
principios de dignidad.
La paz es plenitud del orden, armonía, justicia,
bienestar…
Esta tarea es enorme y requiere el
esfuerzo de todos los creyentes de todas las religiones, o sea de todos los
hombres de buena voluntad
A 50 años de la Pacem in Terris, las enseñanzas,
orientaciones de la encíclica siguen vigentes y tienen valor en la actualidad.
Es cierto, el mundo es diferente y por
lo tanto hay que repensar qué sentido tienen las palabras de Juan XXIII
ahora.
Dicha encíclica no fue simplemente un
trabajo intelectual concreto, sino fue una encíclica en clave pastoral, un
texto moderno y comprometido sobre la base de la fe.
Es significativo que la encíclica
comience enumerando los derechos humanos.
Muchos de sus aspectos fueron desarrollados en otras encíclicas sociales
de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI.
La iglesia debe estar presente, aun hoy, en las luchas favorables a los
derechos humanos. La Iglesia debe ser pro-derecho
humano y debe jugar ese papel fundamental de garante de la dignidad humana y de
respeto al género humano. Lo debe hacer
dentro de los países, exigiendo
relaciones laborales dignas, respeto a los derechos humanos y promocionando
aquellos sectores perjudicados de
nuestra sociedad. En el orden
internacional defendiendo siempre la paz.
Este es el gran aporte de la Pacem in Terris, la apuesta por la paz,
para resolver los problemas internacionales.
Una guerra no es un error político, una guerra es un pecado contra Dios
y un atentado a la dignidad humana.
En este sentido se comprende la
posición de Juan Pablo II en contra de la guerra de IRAK o la postura de la Iglesia
en tantos países como mediadora para resolver los conflictos.
El Papa Francisco dijo en el aniversario de la Pacem in Terris, que
esta encíclica debe ser estímulo para empeñarse siempre en promover la reconciliación y la paz a todo
nivel.
Pacem in Terris (Paz en la tierra) fue
el primer documento papal de la iglesia católica en tiempos del Concilio
Vaticano II que introdujo la temática política y social y marcó un antecedente
de futuras encíclicas que avanzaron sobre el concepto de que “a la paz se llega con justicia”.
sábado, 11 de mayo de 2013
Luciernaga
Todos
los años me detengo a reflexionar y hacer memoria de lo que he vivido,
he escuchado, he leído y entendido. Todos los años hago memoria
histórica para no olvidar.
Cuando era una niña de 6 años me recuerdo
que escuchaba hablar de Monseñor Romero, de las marchas que realizaba
el pueblo para conmemorar su vida, sus acciones, su doctrina, pero no
entendía quién era y preguntaba a mis padres ¿Quién es Monseñor
Romero? Ellos que habían escuchado las
homilías y participado en las concentraciones realizadas en su
memoria me explicaban sobre todo el contexto político de la realidad,
pues había dado inicio el conflicto armado que se prolongó por 12
años.
Monseñor Romero símbolo de la unidad y de la esperanza del
pueblo, habló por el pueblo que no tenía voz. Denunció numerosas
violaciones de los derechos humanos y expresó solidaridad hacia las víctimas de la violencia política del
país. Poco a poco fui entendiendo y conociendo a Monseñor
Romero.
Conocí sus asesinos que quisieron callar su voz. Matando el
cuerpo, logrando quitarlo físicamente pero no su espiritualidad
que quedó marcada en el pueblo oprimido. En el caminar de mi vida he
conocido el intento del imperio económico y político, y de la oligarquía salvadoreña de desfigurar la imagen de Monseñor Romero engañando al pueblo a través de la domesticación en las escuelas, medios de comunicación.
Se utilizó la religión como instrumento estratégico para lograrlo.
¡¡¡Pobre
de los líderes religiosos que se prestan a este manipuleo por
intereses personales o por miedo a tener problema con los oligarcas del
país!!!
Junto a
la figura de Monseñor Romero reflexione sobre otros mártires de El
Salvador: sacerdotes, monjas, catequistas y líderes comunitarios que
dieron la
vida por luchar contra la injusticia y por buscar la igualdad. Cabe
mencionar también las grandes masacres como: Sumpul, Mozote, El
Calabozo, Las Cuevas, Copapayo, etc. donde murieron más de 70,000
personas entre niños, mujeres, ancianos a lo largo y ancho del país,
realizados por la policía y la guardia nacional. Cada día la luz de
Monseñor Romero y de los mártires de El Salvador ha crecido, ha
iluminado el caminar de los que luchan por la justicia y la paz
social. Los salvadoreños que hemos tenido el privilegio de tener un
profeta, el Santo de América que dio su vida por amor, tenemos la
responsabilidad de transmitir a las nuevas generaciones la historia
verdadera. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos (Juan 15, 13)
sábado, 4 de mayo de 2013
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