sábado, 18 de mayo de 2013

Primero de Mayo 2013


PRIMERO DE MAYO, DIA DEL “TRABAJADOR”



PRIMERO DE MAYO, DIA DEL “TRABAJADOR” Y NO DEL TRABAJO COMO DICE LA CLASE OPRESORA:

Sin interés de entrar más que en una aclaración necesaria y urgente, queremos hacer esta diferencia en honor a todas las personas que se han sacrificado para que podamos tener algunos derechos como trabajadores.

Las 8 horas laborales, las horas extras, los días de descanso, el aguinaldo, el tiempo, el seguro social y otros derechos de los cuales ahora se tienen acceso, TODOS HAN COSTADO SANGRE DE TRABAJADORES. Nunca los patrones regalaron nada, todo fue peleado por el oprimido que busca la reivindicación de sus DERECHOS.

POR ELLO EL PUEBLO CONCIENTE ESTE DIA SALE A DEFENDER LOS POCOS DERECHOS QUE TIENE Y QUE HA GANADO CON EL TIEMPO Y ADEMAS EXIGE LOS DERECHOS QUE LE HAN SIDO NEGADOS Y VIOLENTADOS.

Por ello amigos, compañeros y personas conocidas, honrando a nuestra CLASE TRABAJADORA a la que pertenecemos, ayudemos a que la cultura de la defensa de nuestros derechos sociales, económico, políticos y ciudadanos, sea una práctica diaria y así contribuiremos a que nuestras próximas generaciones, no se vean obligadas a marcharse de esta, que es su tierra querida.

Por ello este día del TRABAJADOR, el Movimiento Nacional Contra los Proyectos de Muerte en El Salvador se unió a la gran marcha popular en defensa de los derechos de los trabajadores.  Como movimiento colocamos pancartas alusivas a los derechos de los trabajadores y además, condenamos la imposición de LOS PROYECTOS DE MUERTE: REPRESAS, MINERIA, ANTENAS DE TELEFONIA MOVIL, TRANSGENICOS, ETC.  Condenamos también la imposición de más leyes en contra de nuestro pueblo, como lo es el ASOCIO PUBLICO PRIVADO, nueva estrategia del Imperio estadounidense para robarnos nuestros recursos naturales. 

Por ello sentamos posición en contra de esta nueva modalidad de saqueo, con que el imperio quiere someternos.

Hicimos un llamado al pueblo a unirse y oponerse a esta nueva maniobra, que solo traerá más pobreza y calamidad a nuestro empobrecido pueblo.
 
“SOMOS LA CLASE TRABAJADORA Y NUESTRA LUCHA CONTRA EL SISTEMA CAPITALISTA ES HASTA LOGRAR NUESTRA DIGNIDAD”


SOLO HAY UN CAMINO “VIVIR O MORIR” Y EL PUEBLO HA DECIDIDO VIVIR.

Reflexionando sobre la Encíclica Paz en la Tierra del Beato Juan XXIII



Pacem in Terris- Paz en la Tierra

Encíclica de la dignidad humana

Un 11 de abril de 1963 , hace 50 años el Beato Juan XXIII, el Papa Bueno como se le llamaba, hizo un llamado a las conciencias dado por la encíclica   “Pacem in Terris” (Paz en la Tierra), la última de los ochos escritos por el en sus cinco años de ministerio petrino.

La encíclica resulta más brillante, si tenemos en cuenta que fue escrita en plena guerra  armamentista de los dos grandes bloques de aquel entonces: ESTADOS UNIDOS (presidente John Fitzgerald Kennedy) y UNION SOVIETICA (presidente Nikita Krushev).

Juan XXIII, como cabeza de la Iglesia, firmó una carta en la que hacía un llamamiento a la paz haciendo ver la común pertenencia de todos los hombres y mujeres, de buena voluntad, fueran creyentes o no a vivir con seguridad, justicia y esperanza ante el futuro.

El reconocimiento de la dignidad humana lleva a la necesidad de resolver los conflictos de nuestro planeta no con enfrentamientos bélicos, sino sobre la base de la justicia social, el respeto de los derechos humanos y de los deberes que de ellos se derivan.

Pedía el Papa Juan XXIII la paz entre todos los pueblos, fundada en la verdad, la justicia, el amor y la libertad.

La encíclica, dirigida por el Papa a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, hacia suyo el lenguaje de los derechos humanos, aunándolo con el mensaje evangélico de filiación divina y hermandad e igualdad universal de la humanidad.  Subrayaba  que la paz se logra con justicia, amor, libertad y solidaridad; se frustra con los rearmes y la difusión engañadora de odios y divisiones. Se adelantaba así unas décadas a urgir la necesidad de conjugar el respeto a las personas y la exigencia del bien común, en una era de la globalización social.

Esta encíclica hace una reflexión cristiana sobre la declaración universal de los DD.HH. (ONU10/12/1948). Declaración que en su día la Iglesia no quiso firmar por no hacer mención de Dios.  Es significativo entendiendo esto, la mención explícita de Juan XXIII a los DD.HH. en la “Pacem in Terris”

Desde una teología de “los signos de los tiempos”, la “Pacem in Terris” llama a la construcción de la paz mediante un orden social y económico más justo.

Juan XXIII caracterizaba tres rasgos: en primer lugar se pone un cambio de la percepción del ser humano.

Los trabajadores de todo el mundo, afirmaba el Papa reclama con energía no ser reducido a una mera mercancía de trabajo como en la sociedad capitalista.

Esta visión no puede ser aprobada desde una perspectiva mínimamente cristiana, hay que corregirla y considerarlos como seres humanos en todos los ámbitos de la sociedad.  La reducción del ser humano a un mero objeto de mercado es criticada por Juan XXIII.  Hoy sus palabras siguen teniendo bastante sentido dentro del contexto de esa globalización del capital.

Otro rasgo: presencia de la mujer en la vida pública.  Señala la encíclica: La mujer “ha adquirido una conciencia cada día más clara de su propia dignidad humana.  Por ello exige que, tanto en el ámbito de la vida doméstica como en la vida pública se le reconozcan los derechos y obligaciones propios de la persona humana”.

Es la persona frente al derecho, que encuentra en la Biblia un lugar enorme.  También la encíclica llama a la construcción de la paz mediante un orden internacional que responda a estos principios de dignidad.

Igual el Papa Juan XXIII, clama contra la explotación del hombre por el hombre, también clama contra la explotación de unos pueblos por parte de otros, clama contra el racismo y al desarme nuclear.  No hay ninguna nación que quiere vivir sometida a otra de la misma manera que no hay ninguna clase social que quiera vivir sometida a otra.
En lo que respecta a los conflictos entre naciones “Las relaciones internacionales, como las individuales, dice Juan XXIII han de regirse no por la fuerza de las armas, sino por las normas de la verdad, de la justicia y de una activa solidaridad…  “resultan anacronísticas las teorías por las cuales ciertas  clases recibían un trato de inferioridad mientras otras exigían posiciones privilegiadas a causa de la situación económica y social o de la categoría política”.

Para Juan XXIII estos signos eran una exigencia, sobre la base de la fe, de acción pastoral de compromiso y de servicio a los demás.

Su mensaje es claro, contundente y moderno.  La dignidad del ser humano debe ser el centro de todo derecho, de toda política y de toda realidad social y económica: más concretamente la convivencia humana en paz implica el respeto y ejercicio de los derechos naturales de las personas. 

También el Papa Juan XXIII llama a la construcción de la paz mediante un orden internacional que responda a estos principios de dignidad.

La paz es plenitud del orden, armonía, justicia, bienestar…

Esta tarea es enorme y requiere el esfuerzo de todos los creyentes de todas las religiones, o sea de todos los hombres de buena voluntad

A 50 años de la Pacem in Terris, las enseñanzas, orientaciones de la encíclica siguen vigentes y tienen valor en la actualidad.

Es cierto, el mundo es diferente y por lo tanto hay que repensar qué sentido tienen las palabras de Juan XXIII ahora.   

Dicha encíclica no fue simplemente un trabajo intelectual concreto, sino fue una encíclica en clave pastoral, un texto moderno y comprometido sobre la base de la fe.

Es significativo que la encíclica comience enumerando los derechos humanos.  Muchos de sus aspectos fueron desarrollados en otras encíclicas sociales de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI.  La iglesia debe estar presente, aun hoy, en las luchas favorables a los derechos humanos.  La Iglesia debe ser pro-derecho humano y debe jugar ese papel fundamental de garante de la dignidad humana y de respeto al género humano.  Lo debe hacer dentro  de los países, exigiendo relaciones laborales dignas, respeto a los derechos humanos y promocionando aquellos  sectores perjudicados de nuestra sociedad.  En el orden internacional defendiendo siempre la paz.  Este es el gran aporte de la Pacem in Terris, la apuesta por la paz, para resolver los problemas internacionales.  Una guerra no es un error político, una guerra es un pecado contra Dios y un atentado a la dignidad humana.

En este sentido se comprende la posición de Juan Pablo II en contra de la guerra de IRAK o la postura de la Iglesia en tantos países como mediadora para resolver los conflictos.

El Papa Francisco dijo  en el aniversario de la Pacem in Terris, que esta encíclica debe ser estímulo para empeñarse siempre  en promover la reconciliación y la paz a todo nivel.

Pacem in Terris (Paz en la tierra) fue el primer documento papal de la iglesia católica en tiempos del Concilio Vaticano II que introdujo la temática política y social y marcó un antecedente de futuras encíclicas que avanzaron sobre el concepto de que “a la paz se llega con justicia”.

sábado, 11 de mayo de 2013

Programas de Radio

Luciernaga

Todos los años me detengo a reflexionar y hacer memoria de lo que he vivido, he escuchado, he leído y entendido.  Todos los años  hago memoria histórica para no olvidar.

Cuando era una niña  de 6 años  me recuerdo que escuchaba  hablar de Monseñor Romero, de las marchas que realizaba el pueblo para conmemorar  su vida, sus acciones, su doctrina, pero  no entendía  quién era y preguntaba  a mis padres ¿Quién es Monseñor Romero? Ellos que habían escuchado las homilías  y participado en las concentraciones realizadas en su memoria  me explicaban sobre todo el contexto político  de la realidad, pues había dado inicio el conflicto armado que se prolongó por 12 años.  

Monseñor Romero  símbolo de la unidad y de la esperanza del pueblo, habló por el pueblo que no tenía voz. Denunció  numerosas violaciones de los derechos humanos y expresó solidaridad hacia las víctimas de la violencia política del país. Poco a poco fui entendiendo  y conociendo  a Monseñor Romero.  

Conocí  sus asesinos que quisieron  callar su voz.  Matando el cuerpo, logrando quitarlo físicamente pero no su espiritualidad que  quedó marcada en el pueblo oprimido. En el caminar de mi vida  he conocido el intento del imperio  económico y político, y de la oligarquía salvadoreña de desfigurar  la imagen  de Monseñor Romero engañando al pueblo  a través de la domesticación en las escuelas, medios de comunicación. 

Se utilizó la religión  como instrumento estratégico para lograrlo.
 
¡¡¡Pobre de los líderes  religiosos que se prestan a este manipuleo por intereses personales  o por miedo a tener problema con los oligarcas del país!!!
 
Junto  a la figura  de Monseñor Romero reflexione  sobre otros mártires de El Salvador: sacerdotes, monjas, catequistas  y  líderes comunitarios  que dieron la vida  por luchar contra la injusticia y por buscar la igualdad. Cabe mencionar también las grandes masacres como: Sumpul,  Mozote, El Calabozo, Las Cuevas, Copapayo, etc. donde murieron más de 70,000 personas entre niños, mujeres, ancianos  a lo largo y ancho del país, realizados por la policía y la guardia nacional. Cada día la luz de Monseñor Romero  y de los mártires de  El Salvador  ha crecido, ha iluminado el caminar de los que luchan por la justicia y la paz social.  Los salvadoreños que hemos tenido el privilegio de tener un profeta, el Santo de América que dio su vida por amor, tenemos la responsabilidad  de transmitir  a las nuevas generaciones  la historia verdadera.  No hay amor más grande que dar la vida por los amigos (Juan 15, 13)