Padre Rutilio Grande,
El Profeta de la Verdad.
Amigo íntimo de Mons. Óscar Romero, Rutilio era un sacerdote muy
respetado por sus propios compañeros, que lo nombraron como coordinador del
equipo pastoral.
El Padre Grande asumió la conducción de la Parroquia de Aguilares y se
dedicó a trabajar con jóvenes, quienes llevaban el mensaje evangélico a las
comunidades de base, conformadas por campesinos que estudiaban la palabra de
Dios a la luz de la realidad nacional que vivían.
Un tanto reservado en el trato personal, no obstante su timidez, se
transformaba en valentía para denunciar cualquier injusticia que le sucediera
al pueblo. Captó y respetó la religiosidad del pueblo, pero rompió con una
religión conformista que aceptaba la opresión y las injusticias en nombre de
los consuelos de la vida eterna.
Trabajó con Comunidades Eclesiales de Base (CEB’s). Su parroquia fue asediada
por el ejército y varios miembros de las CEB’s fueron asesinados. En sus homilías predicaba: "Queremos
ser la voz de los que no tienen voz, para gritar contra tanto
atropello contra los derechos humanos. Que se haga justicia, que no queden
impunes tantos crímenes manchando a la patria, al ejército. Que se reconozca
quiénes son los criminales y que se dé justa indemnización a las familias
que quedan desamparadas".
No tenemos más que un Padre, y todos somos hijos... aunque tengamos
distintas madres, todos somos hermanos, todos somos iguales. Pero Caín es el
engendro en los planes de Dios; y hay grupos de Caínes en este país’.
El 1977 a causa de la expulsión del país del sacerdote colombiano, padre
Mario Bernal Londono, Rutilio Grande denunció al gobierno salvadoreño por la
expulsión del padre Bernal, en el "sermón
de Apopa".
Queridos hermanos y
amigos, me doy perfecta cuenta que muy pronto la Biblia y el Evangelio no
podrán cruzar las fronteras. Sólo nos llegarán las cubiertas, ya que todas las
páginas son subversivas—contra el pecado, se entiende. De manera que si Jesús
cruza la frontera cerca de Chalatenango, no lo dejarán entrar. Le acusarían al
Hombre-Dios ... de agitador, de forastero judío, que confunde al pueblo con
ideas exóticas y foráneas, ideas contra la democracia, esto es, contra las
minoría. Ideas contra Dios, porque es un clan de Caínes. Hermanos, no hay duda
que lo volverían a crucificar. Y lo han proclamado.
Un mes más tarde, el sábado 12 de
marzo, el Padre Grande pasaba en auto por las plantaciones de caña a
celebrar Misa en el Paisnal, donde había vivido en su niñez. Los asesinos lo
acribillaron con más de 10 balas en el cuerpo; salvo una, todas eran mortales.
De acuerdo con una versión, había volcado el automóvil. El anciano y el joven presumiblemente
fueron matados para que no hubiese testigos. Se dice que soltaron a dos o tres
niños pequeños que iban con ellos. Las autoridades no querían involucrarse
ordenando una autopsia, así que los jesuitas contrataron a un médico con
experiencia forense. Éste opinó que los disparos se habían originado desde por
lo menos cinco lugares distintos y que el arma empleada era una metralleta
usada por la policía.
El pueblo católico se estremeció hasta la medula aquel 12 de marzo de 1977, cuando por la
noche se conoció que el buen Padre
Rutilio Grande había sido asesinado junto a sus acompañantes,
Manuel Solórzano, 72 años, y Nelson Rutilio Lemus, de 16. Este sacrílego hecho
sucedió en horas de la tarde cuando el Padre Grande se dirigía a oficiar
una misa a la población de El Paisnal.
El Padre Grande fue víctima de una cruenta emboscada por hombres
al servicio de los nefastos cuerpos de seguridad de aquella época, así lo
delataron el calibre de las mortíferas balas que se alojaron en su
cuerpo, fue asesinado por aquellos que imponían el terror con la fuerza de las
armas, a pesar de que sobrevivieron unos testigos de aquel sangriento
hecho, no hubo juicio y castigo para los asesinos, todo quedó como
siempre en la mayor impunidad.
“El profeta de la
verdad”, de carácter cariñoso, sencillo y sensible ante el sufrimiento del
pueblo de cuyas raíces se sentía orgulloso, es recordado cada año su asesinato en
El Paisnal en las llamadas “TRES CRUCES”.
Monseñor Oscar
Arnulfo Romero, quien el tres de febrero había sido nombrado Arzobispo de San
Salvador y en un acto de desagravio a este lamentable suceso convocó a
una misa única para mostrar la unidad del clero. Esta liturgia se realizó el 20
de marzo de 1977 en la Plaza Barrios de San Salvador.
Monseñor Oscar
Arnulfo Romero, tomó una postura de mayor crítica al orden establecido y la
fuerte represión que imponían los cuerpos de seguridad, el ejército, los para
militares de ORDEN y los tenebrosos escuadrones de la muerte, por lo que
años más tarde fue igualmente asesinado, un 24 de marzo de 1980.
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