Iglesia profética
La
Iglesia no puede callar ante esas injusticias del orden económico, del orden
político, del orden social.
Si callara, la Iglesia sería cómplice con el que se
margina y duerme un conformismo enfermizo, pecaminoso, o con el que se
aprovecha de ese adormecimiento del pueblo para abusar y acaparar
económicamente, políticamente, y marginar una inmensa mayoría del pueblo.
Esta
es la voz de la Iglesia, hermanos.
Y mientras no se le deje libertad de clamar
estas verdades de su Evangelio, hay persecución.
Y se trata de cosas
sustanciales, no de cosas de poca importancia. Es cuestión de vida o muerte
para el reino de Dios en esta tierra (Homilía 24 de julio de 1977)
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