Al
comienzo de cada año es normal escuchar, expresiones como ¡Que tenga un feliz
año…! ¡Feliz año nuevo! ……
Estas
formas de decir, son costumbres. Lastimosamente la costumbre muchos veces se
vuelve repetitiva… perdiendo así el sentido profundo del significado de las
palabras usadas.
¡¡¡Feliz año… Feliz,
Feliz, Feliz…!!! La felicidad es uno de
los bienes más ansiado por el ser humano, pero no puede ser comprada ni en el
mercado, ni en la bolsa de valores, ni en los bancos… No entra en la categoría
del mercado mercantilista.
El
sistema neoliberal ha sido capaz de crear una formidable industria de la diversión, funciona
las 24 horas.
Actúa en forma combinada
con la publicidad, que sostiene la cultura del consumismo. Esta cultura, hace creer que uno es feliz
cuanto más consume. Así hace perder el
sentido profundo de la palabra felicidad.
Pero
siempre hubo y hay personas que saben que la felicidad no cae del cielo, pues
debe lucharse por ella.
Todo el que
quiere construir su felicidad individual, debe ser el artífice, el constructor
de la felicidad de todo el pueblo.
Cuando seamos forjadores de la
felicidad de todos, con más fuerza lo seremos de nuestra felicidad personal. Esto es el revés de lo que propone el sistema
capitalista.
Hubo
y hay personas que lucharon porque le dolía ver tantas injusticias sociales,
tantos atropellos a los Derechos Humanos, tantos abusos a sus hermanos hasta
dar la vida.
Vivieron la felicidad con
dimensión política comunitaria para lograr una sociedad más justa y más
fraterna.
Este
proceso que se inició debe continuar…
Como los que nos procedieron en la lucha, en la búsqueda del bien común
para encontrar la felicidad, se pusieron preguntas sobre la realidad que
vivían, nosotros también tenemos que preguntarnos: ¿Cómo ser felices en un
mundo globalizado, en un mundo insolidario, inhumano, injusto? ¿Quiénes son los
responsables de eso? ¿Qué hacer para dar
vuelta a la tortilla?
Debemos
entonces estudiar para entender los mecanismos que provocan todo eso, saber cuál
es la ideología del capitalismo que está sacrificando a nuestros pueblos y a la
naturaleza.
Saber
dar nombre y apellidos a los causantes de estas injusticias sociales, y tomar
compromisos claros y concretos para cambiar El Salvador. Nosotros
somos los artífices de nuestro futuro y por ende de nuestra felicidad.